domingo, 10 de marzo de 2024

Comentario de Textos - Febrero 2024

Pues por fin este mes me he decidido a hacer algo que llevaba aplazando desde que a la vuelta de Nueva Zelanda descubrí que mi médico ya no trabajaba con mi aseguradora, vamos, desde que me enteré que ya no tenía médico que me realizara el seguimiento.

Tampoco es que fuera mucho tiempo, al fin y al cabo, había visto a mi médico en septiembre de 2018, por que no llevaba sin medico ni seis años, que puede parecer mucho, pero a) es un diez por ciento de mi edad, y un diez por ciento pues no es una mala media para un control de calidad y b) había estado sin ir a ningún medico los primeros cuarenta y siete años de mi vida, bueno, posiblemente algo menos ya que sé que mis padres me llevaron al pediatra alguna vez.

Nota al margen: La más conocida de mis visitas al pediatra, la que siempre se recuerda en mi familia, tuvo lugar en Colombia, así que tenía menos de tres años. La causa fue que mi madre decidió, se dio cuenta, de que yo no tenía paladar (no que no saboreara las cosas, si no que no tenía paladar “físicamente”, vamos que mi paladar en lugar de curvo como debía de ser, era plano y estaba a la altura de mis dientes) lo que ocasiono una crisis familiar de proporciones enormes (creo que en gran parte por no haberlo notado antes, aunque menos de tres años no era tanto tiempo. Al fin y al cabo, yo me di cuenta – y fui el primero – de que mi sobrina Alicia tiene un dedo con un nudillo “extraño” y eso fue hace, tal vez, dos o tres años, cuando tenía diez u once). El caso es que la crisis se resolvió muy favorablemente cuando el medico comprobó que sí, que yo tenía un paladar normal, con su curva, a su altura, y todo eso. Lo único que había pasado, como pudo comprobar el medico fácilmente, es que se me había quedado “pegada” una galleta al paladar y por eso parecía plano. He de decir que este médico era un genio, aunque esta historia no justifique este juicio de valor (es el único medico, que conozco, que receta Coca-Cola como parte de sus terapias).

Así que seis años para estar sin médico pues… no es nada, lo mires como lo mires y podría hacer seguido posponiéndolo tranquilamente. Pero, todo el mundo considera que, a mi edad y con mis “antecedentes” (bueno, “por un perro que mate, mataperros me llamaron” que diría aquel; ¡anda que! que digo yo) la verdad es que parece una buena idea tener un medico “de cabecera” pero, si lo piensas bien, para lo que hace – poco más que charlar unos minutos y, si tienes suerte y ese día se siente eficiente, pues te manda unos análisis - tampoco parece especialmente interesante, o relevante. 

La verdad es que la principal función del médico de cabecera parece ser la de prohibirte cosas (prohibiciones que es necesario ignorar, bien por incompatibles con cierta calidad de vida – como la de no comer chocolate, bien por ir contra los principios de uno, como la de dejar de fumar, o bien por completamente obvias, como todas las anteriores o incluso la de hacer deporte) y decirte lo mal que lo estás haciendo, bien como principio vital o bien sobre la base de una analítica y de unos valores estándar. El caso es que, para mí, como decía aquel ex alto cargo de la OMS (calaro que no por estas declaraciones): la salud es una cosa biográfica, no biológica. Yo no quiero la salud de Bolt o de Nadal, de que me sirve a mi correr cien metros en menos de diez segundos, si todos sabemos que correr es de cobardes.

Por otra parte, viendo el estado físico y mental de muchos deportistas, que con más de veinte años menos que yo, o ya están “inutilizados” para su trabajo por incapacidad física, o tienen que dejar su trabajo porque no aguantan la presión psicológica. Pues menudo ejemplo.

El caso es que mi nuevo médico me ha parecido un auténtico imbécil, aparte de un vago redomado al que no le apetecía nada hacer su trabajo, al que le parecía que yo era un completo desastre de salud por dejadez (algo en lo que podría tener, ni niego ni afirmo, toda la razón, pero, al fin y al cabo, esa es mi biografía. Ya me gustaría a mi ser un tío metódico y ordenado – la idea que todo el mundo tiene de un ingeniero cuadriculado, casi anal – para poder usar todos los cuadernos que me compro o para mantener mis cosas en orden; pero, ya sabéis, básicamente soy un dejado y un desastre en según qué cosas).

En cualquier caso, volveré a verle para comentar los análisis que, pese a que todo me ha dado bien o, bien dentro de mi concepto de bien (mi médico está empeñado en detectarme un cáncer, ya sea de próstata o de colon – opciones que creo que puedo desechar gracias a las ofertas de seguro de American Express que apuestan muy fuerte a que, por lo menos antes de los 75, no lo tendré – o al final, sabiendo que fumo, de pulmón). Tan empeñado estaba en buscarme un cancer que me mando una prueba de heces (para buscar sangre oculta, según me comento la enfermera) y varios indicadores sanguíneos de tumores y otras cosas. Ya veremos pero que os advierto que por extraño que parezca si te piden una muestra de heces – o al menos del tipo que me pidieron a mí – al parecer no quieren que cojas una muestra de heces, sino que es otra cosa (yo tuve que repetirla porque les había llevado heces tal y como me pidieron y tal y como venía grabado en el bote de recogida de heces y no era eso).

Pero bueno, ya digo, parece que de momento (hasta que el medico vea los análisis y se le ocurra algo) todo bien salvo por un indicador que me pidió de reuma que… al parecer… pues tengo, o tengo elevado (el indicador, no el reuma) con lo cual (sin ser yo hipocondriaco ni nada parecido) pues ahora me ha creado un dolor de rodillas persistente. Aparte de eso, pues en proceso para solucionar un asuntillo al que nunca le había dado importancia, pese a que mi entorno si se la da (y el médico no digamos) pero, ya, si eso, hablamos de esto otro día, cuando este más claro que pasara con ello. 

Ahora, sin divagar más, a las lecturas del mes, todas ellas adquiridas por medios lícitos (no se me ocurriría de otra manera) en mi (vuestra espero) librería de referencia que ya sabéis que me gusta citarla para que la visitéis en la calle Mayor: la librería Méndez, recordad y acudid a comprar que ha de seguir el negocio.

Lo que sabe la señorita Kim, es una colección de cuentos de una autora coreana que empieza siendo poco interesante (los primeros cuentos son malejos) pero que poco a poco va mejorando y al final puedo decir que me ha gustado. Por una parte, me ha sorprendido ver como un país tan lejano es tan similar a, digamos, nosotros, en cosas como las relaciones de los progenitores (o de todos los adultos) con los hijos adolescentes (o pre adolescentes sean o no hijos) ya que “Sé que criticar cada palabra que pronuncia o cada acción que realiza una hija en plena adolescencia, más aún si es para corregirla, es como iniciar una guerra sin fin.” Realmente, por lo que he podido observar, la guerra ya está empezada y sigue en marcha hacia un armisticio lejano, lo que empieza con cada critica (o comentario) es tan solo una batalla, no la guerra en si, y como dice mi hermana Helena “hay que elegir las batallas que uno quiere luchar.”

Pese a este (y otros) parecidos culturales también me ha sorprendido recordar una diferencia cultural a la que tuve que someterme prácticamente los cincuenta días que pase en Vietnam, pero vista desde el lado contrario, “Quien se lo iba a imagina… Una anciana como yo desayunando tostadas con mermelada después de que toda la vida he tomado arroz y sopa caliente. Por eso digo que, cuanto más vieja, más tienes que esforzarte por imitar a los jóvenes. Si no lo hubiera hecho, me hubiera muerto sin probar esta delicia.” a lo que solo puedo añadir que la anciana del cuento tuvo más suerte que yo, ya que mis casi cincuenta desayunos de arroz y sopa caliente no me descubrieron ninguna delicia y si en los poblados que visite hubiese existido otra opción de desayuno (digamos por ejemplo, continental) me habría ahorrado bastantes sinsabores y ayunos matinales (hay que ser muy preadolescente, o tener una enorme resaca, para plantearse siquiera desayunar arroz y sopa, o, mas normal por aquellos lares, ambas cosas juntas)..

También me ha resultado interesante algo que no he acabado de entender y es como en un mismo párrafo la protagonista y su primo tienen “la misma edad”, de hecho, un poco antes nos aclara que “nació dos meses después” y sin embargo, al mitad del párrafo "las comparaciones cesaron cuando mu primo entro en el servicio militar y, al finalizarlo, nos separaban dos años”. Digo que me ha interesado ya que es posible que no sea ningún error ya que, el otro día, leí que la edad en corea era un tema confuso ya que no cambiabas de edad con tu cumpleaños, si no con el fin de año y otra curiosidad que no puedo recordar (además de que el primer año tenias cero años, algo que parece razonable) pero que hacia el tema mucho más complejo, o puede que solo hable de la edad percibida (que no se si es un concepto, pero puede ya que cada vez hay conceptos mas raros)

Claro que también podría ser un error como el que hay en la página de agradecimientos donde la autora “quisiera agradecer también a la crítica de literatura Kim Mi-hyun el comentario que acompaña a este libro” y en la edición española, pues, no se ha incluido. Vete a saber.

Aunque la leyenda coreana sobre el surco naso labial (algo que no sabía ni que tuviera nombre) me ha gustado bastante “… los ángeles enseñaban al feto todas las verdades del mundo mientras estaba en el vientre materno, y después ponían el índice sobre sus labios para callarlo y para que naciera sin recordar nada” pese a la inutilidad intrínseca de enseñar algo para acto seguido hacer que se olvide (es como lo de la inutilidad de Indiana Jones en la primera película, sencillamente habría ocurrido exactamente lo mismo – los nazis habrían abierto el arca y habrían muerto todos – si Indiana no hubiera existido), mi frase favorita del libro sigue siendo “Hay palabras que son como una navaja que jamás pierde el filo.” ya que uno de mis defectos es que hay frases que me han dicho que siempre, por mucho tiempo que pase, siguen haciéndome daño, cortándome las venas u otras cosas.

Si los cuentos anteriores mejoraban poco a poco, a La novia grulla no le pasa esto y no mejora, de hecho, creo que si he conseguido acabarla ha sido en gran medida por un esfuerzo de voluntad y con la esperanza en que mejoraría y porque de vez en cuando se colaba alguna idea buena entre mucha chorrada monótona.

Entre estas ideas está la de la lentitud en la forma de vivir y como esta lleva, o puede llevar, a la felicidad: “quiero aprender la lentitud de la naturaleza que ha desarrollado mi padre. Esto es una novedad para mí. Es lo contrario del dramatismo que antes me producía la reconfortante sensación de estar viva. Creo que por fin empiezo a entenderlo. Este modo de vivir no significa ausencia de una trama o de vida. Lo que pasa es que la narración se desarrolla tan despacio que no ves lo que sucede. Avanza, cambia y crece a un ritmo tan lento que la mayoría de la gente pierde el interés. Pero yo creo que lo tiene. Creo que es posible. Y creo que si existe semejante felicidad es un fruto de crecimiento lento. Creo que la felicidad sostenida, habitada, se parecería mucho, a simple vista, a la quietud.” Que si bien está bien para la vida e incluso en algunos libros – probablemente fuera el objetivo del autor – pero en este no lo consigue.

Por supuesto su versión del test de Turing, a la que llama “el Test de la Patata", para diferenciar en una conversación a una máquina de una persona me parece excelente y muy sencilla: “Se le pide a una la persona con la que está hablando que diga «patata» si es un ser humano. Si no lo dice, ya lo sabes.”, claro que no sirve como comprobación de la inteligencia y seria fácilmente programable. El dialogo de ejemplo que pone como ejemplo de la aplicación en Tinder es divertido y realista de los Chatbots actuales (creo, ya que yo no hablo con máquinas y si ya me parece demencial eso de que una maquina te pregunte a ti, si eres una máquina, y contestemos; no quiero imaginarme este escenario que, al parecer, empieza a darse en el que los alumnos hacen sus trabajos con herramientas de IA, y en el que los profesores usan herramientas de IA para cualificar a sus alumnos. Vamos, que al final la educación se va a transformar en máquinas examinando a máquinas, verdaderamente divertido o, tal vez, solo tal vez, estúpido).

Divertida también, aunque es una de esas cosas que no sabes bien como encajan en la novela, las anécdotas sobre Belushi, su entierro (sonando una canción de los Ventures por un chiste sobre una parodia de abejas) y su tumba (que no es su tumba).

En una nota un poco más personal siento que mi relación con mi trabajo es un poco como la relación de ese personaje, al que su padre enseño a cuidar huertos, con su huerto ya que “… el huerto, más allá de sí mismo, para mí, significa disfrutar de la sensación de estar cerca de mi padre, de pensar en él cuándo está lejos, de tratar de pensar más como él.” No, no creo que sea algo triste, por si os lo estabais preguntando, aunque no sea lo más alegre del mundo.

Si ahora está de moda esto del Country noir, creo que Aflicción podría clasificarse (veo que es de 1989 y que incluso hay una película del 97) de un precursor de esta moda. Ya que pasa en una américa profunda (no del sur si no de New Hampshire que parece más civilizado que el sur pero que es igual de profundo). Concretamente pasa en uno de esos pueblos de los que desde el principio el autor deja claro que “En los pueblos e ven ir y venir las crisis de la gente, y se aprende a esperar a que se disipen por si solas: en su mayor parte las persona no cambian, sobre todo vistas de cerca; simplemente se vuelven más complejas.” A lo que yo añado que no suelen disiparse, que la mayoría de las crisis en los pueblos – o en los entornos pequeños como el barrio de Malasaña, o determinadas escenas musicales – las crisis siguen allí de por vida, las rencillas no se olvidan ni se perdonan, no se disipan.

Una diferencia entre esta novela y otras de ese estilo es que en lugar de pasar en un entorno natural lamentable esa pasa “En un país pobre y solitario, pero innegablemente hermoso; a pesar de su esplendor, sin embargo, en esos pueblos y ciudades hay una superabundancia de locura y desesperación. Anta privación y tanta belleza natural se aúnan para producir en la vida de los habitantes más tristeza y resentimiento de lo que un extraño es capaz de imaginar.” Algo que entiendo que pasa en New Hampshire como en esta novela, pero seguro que también, o esa sensación tuve, en Nueva Zelanda y en otros sitios “bellos”.

Una de las partes sorprendentes, por estar escrita en el 89, es la referencia a Donald Trump al que se refiere (junto con Wade Whitehouse, personaje inventado para el libro, creo) como “Primero se arruina, luego hace que los contribuyentes le paguen la fianza y después aparece como el Capitán Capitalismo, como si se presentara a la presidencia. El y ese Donald Trump. Cabrones que comen del pesebre público y cuando se hacen ricos a costa de eso se vuelven republicanos.” Vamos, lo mismo que nuestros banqueros y gurús económicos. Sin comentario, salvo el de la fecha. Hay cosas que no cambian.

Creo que ya he contado otras veces – últimamente publica bastante – que si veo una novela de Landero pues la compro, aunque últimamente me decepcionen, o más que decepcionar debería decir que no me satisfagan como lo hicieron algunas históricas suyas. Es una mezcla de tradición, de lejano conocimiento de las circunstancias personales del autor y de agradecimiento por aquellos primeros trabajos que tanta alegría me dieron., así que tenía que leerme La ultima función.

Les Luthiers cantaban aquello “de que decir que no se haya dicho, o que si se haya dicho” y en este caso pues me acojo a esa máxima. Una novela corta y correcta pero poco más, muy lejos del Landero fascinante pero que mantiene cosas buenas como esa descripción de los matrimonios (o uniones) en las que “Sin proponérselo, sin desearlo. Se acostumbraron a estar juntos, eso fue todo. O en otras palabras: como dos náufragos en una balsa, fingieron tomar la libre decisión de viajar juntos hacia no importa dónde.”

También me ha gustado, aunque me recuerda a la primera novela de mi hermano, o mejor dicho a a mi hermano y sus amigos cuando todavía estaban en esa fase en la que “… seguía leyendo y buscando un estilo para cuando llegase la hora de ponerse a escribir.”, fase que se dio, no porque lo diga yo, sí no porque el mismo lo ha reconocido incluso públicamente en algunos de sus personajes.

Pues nada, de un clásico personal español a un clásico personal americano, y a La invención del sonido, que también me ha decepcionado en bastantes ocasiones pero que no puedo evitar seguir comprando. Como en muchas de las novelas de Palhnuik, la historia que cuenta tiene un cierto toque demencial y, algo más que improbable, más bien inverosímil pero dentro de esa inverosimilitud los personajes son creíbles (sí que alguien grabe un grito capaz de destruir las estructuras de los edificios es inverosímil, pero la existencia de gente que se dedica a grabar gritos para películas y otros medios de entretenimiento es plenamente creíble, vamos real diría yo, e interesante en su marginalidad). Además, siempre deja reflexiones de mayor o menor interés como ese “Las mujeres siempre confiaban en eso: en que salir con un narcisista les diera algo de seguridad en sí mismas por osmosis. Nunca funcionaba.” (aplicable a ambos sexos; en mi opinión); o esa otra sobre la vida social nocturna “Cada noche tenía que decidir entre leer un clásico o ir a un evento de la industria. En otras palabras: pasar su tiempo con gente inteligente muerta o con idiotas vivos” Algo con lo que estoy de acuerdo salvo porque también, leyendo en casa, puedes pasar la noche con gente inteligente viva (es verdad que salir a un evento con idiotas muertos es mas difícil)

También, algo que pasa con muchos escritores que yo considero buenos o que igual es del revés y cuando pasa me parecen mejores escritores, aporta curiosidades interesantes (probablemente ficticias) como el origen de la superstición de no pasar por debajo de una escalera “… en los viejos tiempos, nadie quería maldecir a un árbol. Así pues, cuando se ahorcaba a alguien, la gente apoyaba una escalera de mano contra una tapia y ataba una soga al peldaño superior. Al condenado lo subían a una silla o lo sentaban a lomos de un caballo. Cuando se derribaba la silla o el caballo salida corriendo, el nudo corredizo que quedaba colgando bajo la escalera hacia su trabajo.” O (probablemente ciertas) como que Agatha Christie cuando su carrera estaba en horas bajas desapareció temporalmente y “todo el mundo pensó que había sido un asesinato, muy probablemente a manos de su marido, que se quería divorciar de ella para casarse con su secretaria.” cuando apareció viva pues se relanzo espectacularmente su carrera, aunque no aclara que paso con su marido y la secretaria.

Mi siguiente lectura termina la trilogía que me deslumbro, creo, el año pasado: La ley de los cerros y que es uno de esos ejemplos de country-noir: La ley de los cerros. Miro ahora las frases que he escogido y me da la sensación de que algunas podrían ser (por decir algo) muy criticables desde una perspectiva de género como: “Lo que me dijiste es que tu abuelo no te enseño nada sobre las mujeres, salvo a ser amable, escucharlas y cargas cosas pesadas.” pero que reflejan una realidad de pensamiento (iba a escribir otra época, pero ojalá pudiera hacerlo)

No se queda atrás esta sobre lo malo que fue ser adán en el principio de los tiempos que es todo un resumen de historia bíblica: “Vivir solo, sin amigos, y tener que ponerle nombre a todo. Al final consiguió una mujer y se metió en un lio por un asunto relacionado con la comida. Los desahuciaron. Uno de los hijos mato al otro y huyó. Pienso en lo triste que tuvo que ser para ellos, Expulsados del paraíso con un hijo asesino.”

Tampoco está mal este clásico del cinismo explicado: “Podías estar cagándote en la puta madre de alguien, pero como se te cayera redondo ahí mismo, al momento dabas un volantazo y, de buenas a primeras, resultaba que no habías conocido a nadie mejor en toda tu vida, cualquiera diría que la acababa de diñar un apóstol.” Que por incluir el cinismo de la muerte con el cagar me hace recordar a Kike Turmix, que en viva era vilmente famoso (además de por otras cosas) principalmente por tirarse cuescos apestosos en público sin ningún pudo, llegando a vaciar bares con el olor de sus cuescos, hecho que se comentaba pero que se olvidó en cuanto la diño, quedando para el recuerdo solo su apostolado musical.

Aunque creo que en este mismo comentario he dado a entender que yo no olvido (que las rencillas no se disipan y que hay frases que hacen daño toda la vida) he de reconocer que yo procuro no cabrearme con nadie ya que “El esfuerzo de tener que recordar con quien estabas cabreado no valía la pena.” Contradicciones tenemos todos y hay que vivir con ellas: procuro no cabrearse para no tener que recordarlo, pero, si lo recuerdo no lo perdono, ni lo olvido (esto ultimo, por definición).

De mis dos últimas lecturas de este mes: Te di los ojos y mirarte las tinieblas y Perro Negro solo puedo decir que no he conseguido acabarme ninguna de las dos. Ambas me han parecido insoportables y completamente prescindibles.


En fin, pues eso… que vuestros médicos no os prohíban lo básico: ¡Divertíos, asaltando el castillo!

 

Lecturas

Lo que sabe la señorita Kim - Cho Nam-joo

La novia grulla - CJ Hauser

Aflicción - Russel Banks

La ultima función - Luis Landero

La invención del sonido - Chuck Palahniuk

La ley de los cerros - Chris Offutt

Te di ojos y miraste las tinieblas - Irene Solá

Perro Negro - Miguel Ángel Oeste


miércoles, 14 de febrero de 2024

Comentario de textos – enero 2023

Ahora que había conseguido ponerme al día de mis lecturas he tenido un enero de muchas lecturas – ya que me marche unos días a Piles, en gran medida para descansar de todo, o de nada, que no lo tengo claro, pero también porque habían surgido algunos problemas con una puerta y nuestros futuros nuevos vecinos – y ahora febrero se me plantea lleno de trabajo e incluso de la necesidad de estudiar ya que he ofertado un trabajo que tengo claro que ahora mismo no sabría hacer pero que puedo, y me apetece aprender (aunque soy como soy lo he ofertado con la esperanza de que no me lo adjudiquen; quiero aprender a hacerlo pero no sé si tengo el tiempo, las fuerzas o la edad para hacerlo. Ya veremos, si se da el caso). Vamos que o me pongo hoy a escribir o ya se me hará tarde y encima pues las lecturas son muchas.

Así que, aunque debería ponerme directamente con las lecturas, no puedo comentar la noticia más curiosa que he leído últimamente (o que recuerdo en este momento) y, como contrapunto mi mayor enfado de este mes (no, no es que tenga tantos enfados como para hacer un ranking mensual, de hecho, hacia bastante que no me enfadaba tanto por nada).

La noticia más curiosa es una de las primarias, republicanas y en colorado (creo), donde solo se presentaba una candidata y…. ha perdido. Ya, ya lo sé, yo pensé lo mismo cuando lo leí ¿Cómo puedes perder si eres el único candidato? Pues el caso es que, en estas elecciones, que son nominales, además de los candidatos (en este caso solo uno) hay otra opción que es “ninguno de los anteriores” y esta fue la opción ganadora con ¡más del 60% de los votos! No quiero ni imaginarme si aquí, en esta España en la que casi todo el mundo vota en contra del resto, se implementara una opción como esta, aunque resulta fácil de imaginar que se provocaría el colapso de la democracia. En fin, igual habría que probarlo, aunque fuera solo por curiosidad estadística.

En cuanto a mi mayor enfado, pues ya he cambiado de opinión y casi que paso de contarlo. Baste con decir que hace bueno, o malo, ese refrán de “de buenas intenciones está el infierno lleno”, sin hacer buena la siguiente parte de aquella canción sobre el mismo que decía “a falta de razones nos basta con querernos”. Pero por no ser críptico os diré que mis buenas intenciones han sido completamente malinterpretadas y me han sido devueltas casi en forma de infierno. Pero, bueno, digamos que son solo los nervios de algunos momentos y dejémoslo correr. Así que a las lecturas.

He de reconocer que hace ya mucho tiempo que Vargas Llosa – que en su día creo que fue un buen, muy buen, escritor – me decepciona y si sigo comprando sus libros es solo por ese cariño a sus primeras obras, o al recuerdo de su lectura en mi adolescencia, pero de su último libro Le dedico mi silencio, lo único bueno puedo señalar es la nota final en la que dice que escribirá un ensayo sobre Sartre (algo que, como no leo ensayos, no me afecta) y que “Sera lo último que escribiré.” Visto lo visto es una gran noticia, a menos que haga un Stephen King y siga diciendo que cada novela es la última que escribe, pero luego, cada año, saca una o dos. Confiemos en la palabra de Vargas Losa y esperemos no tener que volver a leer algo tan malo de alguien que fue tan bueno.





Mi siguiente lectura, La última colonia, casi hacia buena la novela de Vargas Llosa ya que, aunque por los pelos, la de Vargas Llosa puede considerarse una novela, pero esta… esta es una tesis doctoral publicada, y publicitada, como una novela sin ningún desparpajo. Es verdad que me podría haber ahorrado la compra si me hubiera fijado en que de las trescientas páginas que tiene las ultimas cien son cosas como notas al pie de página, bibliografía y cosas parecidas. Obviamente puede tener mucho interés para estudiosos del proceso colonial, pero… por el amor de dios no puede editarse como una novela. No he conseguido pasar de la página cien.






Es verdad que una crítica parecida la podría hacer de una parte de Illuminations.Stories (el último libro de mi viaje a NYC que me quedaba por leer, del que en enero solo me quedaba la mitad) ya que tiene un cuento (una story), de unas doscientas cincuenta páginas de cuatrocientas, que es una versión de la historia del comic. Pero, con la gran diferencia de que esta historia es parcialmente ficticia (o por lo menos lo es para un lector que no sepa mucho de ese mundo y sea incapaz de identificar a los retratados, que todos, supongo, tienen un nombre cambiado, igual Thunderman es SuperMan o igual no) lo que le quita todo el peso de la realidad (y las cien páginas de citas y notas) ; encima está llena de reflexiones y frases ingeniosas y bueno no es la única historia del libro.

Respecto a la parte de Thunderman pues recoge ese debate que parte de la sociedad conservadora y normalmente bíblica, tuvo (o tiene) sobre si los comics (o el rock o los videojuegos) incitan a la juventud a cometer las tropelías que muestra al que se responde que “... no more than the bible is encouraging its readership to massacre the innocents or have sex with their daughters or go crucifying people…” Creo que con eso queda dicho todo, señoría.

También, pese a que pueda resultar raro para los lectores serios que reniegan de los comics por su calidad, me encanta su comparación de los contenidos actuales de la televisión con los de algunas series de comics: “if we looked at what is happening on TV from any sort of editorial perspective, this was well beyond the point there he’d have called the writer in to have a serious discussion: this was irredeemable and utter narrative collapse. This was American reality become a crappy superhero comic book, in the last senseless issue before abrupt cancellation.” Claro, que esto hay que mirarlo con perspectiva ya que ese punto se alcanzó en la televisión hace muchos años y no solo parecen haber despedido al guionista sino haberle ascendido.

Sabiendo – dentro de lo poco que se de comics – que Allan Moore si participo en algunas series de superhéroes, donde seguramente tenia presiones para ciertas líneas argumentales, también tiene bastante gracia la afirmación: “If anybody at that Company had seriously wanted to cheat gravity, then they had only to put down the massive burden they were shouldering. Then they’d have kwon was flying was.” Un buen consejo que siendo el tipo raro que es igual siguió, ya que lo normal es no seguir los consejos propios.

También me gusta su crítica a las bibliotecas, o librerías que solo tienen autores “serios” y en las que “there’s no crime fiction, there’s no science fiction, nothing there by anyone who’s’ black or Asian. And for saying there were never more than one or two blokes in the Panacea Society, there’s nothing here by women. If you walked into a bookshop and this was their catalogue, you’d walk straight out again. I’ll probably get rid of them as a job lot and then have a flat-screen installed. That’s more me, if I’m truthful”.

Con todo, mi parte favorita es cuando un serafín (diría yo) está hablando de la creación y del creador  “I used to sit there in the corner with a bag of sweets and watch him done all the gene-editing and that. He’d swear and kick things when he made a typo, got his guanine mixed upon with his adenine, but I was only, what, three or four million, typical kid, so I just thought it was a laugh. I realized later that Dad was dyslexic, but back then, in the Precambrian… you have to understand it was a difficult time. We didn’t have the same awareness about learning difficulties, and so he was half-way through production on marsupials, before anything noticed anything was wrong.”  Me encanta este concepto de un dios disléxico, posiblemente la única explicación para el ornitorrinco y otros animales como el extinto pájaro Dodo. Brillante, casi tan brillante como ese: “Perhaps fascism was always weaponized nostalgia?” que completa al tradicional “la nostalgia ya no es lo que era”.

Ya digo, nada que ver con las dos anteriores.

El caso es que me había quedado sin nada que leer y las calles estaban atestadas de personas comprando o devolviendo regalos de navidad y reyes por lo que no podía acercarme a mi librería de referencia (si, repito, aunque seguro que ya la visitáis: Méndez en la calle mayor) pues aproveche para robarle a Alvaro el libro que le habían regalado por navidad, Holly, a la espera de que se despejaran las calles.

La verdad es que aparte de un libro biográfico sobre su forma de escribir, y tal vez algún cuento, creo que no había leído nada de Stephen King y esta, cuya portada “brilla en la oscuridad” y que parecía alejarse del clásico terror por el que es famoso pues no parecía mala opción (lo del brillo en la oscuridad si parecía mala opción).

Es una entretenida y muy correcta historia de detectives que tiene bastantes curiosidades, algo que siempre entretiene. La mayor curiosidad es que cite a Juan Ramon Jimenez, “Si os dan papel pautado, escribid por el otro lado.”, que me parece muy buena y casi una canción de Kiko Veneno.

Como curiosidad no se queda lejos el refrán sobre la depreciación de una fruta a la que tengo mucho aprecio: “Las naranjas son oro por la mañana y plomo por la noche”., que pese a ser un poco menos completa que la de nuestro plátano (de canarias, digo) la verdad es que me ha dolido más y me ha estropeado el postre invernal de varias cenas bajando mucho mi media de raciones de frutas y verduras (aunque he de decir que solo hasta que me olvide de la misma, algo que, espero, no tardara en suceder y vuelva a tomar naranjas de postre de la cena).

Por otra parte, me ha hecho tener que mirar Wikipedia para confirmar algo que había dicho (erróneamente) sobre la novela de título racista de Agatha Christie que sí, que inicialmente se llamaba Diez negritos (Ten Little NIggers) y que antes las protestas racistas primero cambio de diez indiecitos (Ten Little Indians), algo que seguía siendo igual de racista, aunque sobre otra raza y ya finalmente a ese título menos racista que tiene ahora. Así que mis disculpas no por el tema racista sino por haberos dado información falsa, que espero no hayáis usado.

En un momento de la novela parece que se hace apología de ser carnívoro (en contra de los vegetarianos) con ese “Me consta que uno siempre puede encontrar un texto sagrado en el que sustentar sus creencias, y esa gente encontró textos de sobra. En Romanos se dice que las personas débiles solo comen verdura. En el Deuteronomio, el Señor promete comeréis carne. En Corintios dice: comed todo lo que este a la venta en el mercado de carne.” pero luego (ojo spoiler) es más bien del canibalismo con ese otro: “El musculo y la medula ósea humanos curan la artritis y la ciática; el médico español Arnau de Villanova ya lo sabía en el siglo XIII. El papa Inocencio VIII comía los sesos en polvo de chicos jóvenes y bebía su sangre. En la Inglaterra medieval, la carne de los reclusos ahorcados se consideraba una exquisitez.”

Supongo que igual me decido a leer otra novela de Stephen King en cualquier momento, supongo que antigua ya que es de los que no piensa escribir nada mas (desde hace ya varias novelas).

Como era una buena novela pues me la termine antes de que las calles estuvieran lo suficientemente vacías como para poder cruzar la puerta del Sol y llegar a la librería Méndez a reponer existencias, así que me vi obligado a tomar prestada una novela que alguien compro como regalo de navidad y se dejó olvidada en el Wurlitzer (tengo dudas de si sería un regalo de navidad ya que el ticket de compra que estaba dentro de la novela era de mediados de noviembre y no sé, pero tanta previsión para luego dejársela olvidada, pues, como que no me encaja mucho): La Secta.

Curiosamente es de otro autor (autora en este caso) muy, muy famoso (venga famosa), pero del (vale, de la) que tampoco tengo conciencia de haber leído nada antes, pese a su fama, su nacionalidad (sueca) y su estilo (policiaco). Antes de nada, he de decir que es una especie de segunda parte, o secuela, por lo que cuando la juzgo como floja lo hago sin haber leído la primera y siendo consciente de que segundas partes nunca fueron buenas. Esta no es especialmente buena, correcta como mucho.

De toda la novela lo que más me ha inquietado ha sido la percepción de lo que es una ola de calor en Suecia, toda la novela pasa durante una y prácticamente en cada página se menciona este hecho, cuando en la primera página se nos da un dato verdaderamente importante: “El sol del verano le abrasa la cara. Deben de estar por lo menos a veintinueve grados en la calle.” ¿En serio, veintinueve grados y es una ola de calor insoportable? Uno no puede más que preguntarse ¿Cómo sobrevivían las suecas en la España del final del franquismo, principios de la transición? O ¿Por qué venían a este calor plenamente inaceptable para ellas? No sé, supongo que serían cosas del destape ese, o de puro masoquismo que los suecos, ya digo, son muy raros.

Como aprendiz de mago que fui durante un tiempo y al que, inevitablemente, le pedían de vez en cuando que hiciera juegos para niños, pensando que es la forma más sencilla de magia. Al fin y al cabo, mucha gente piensa que es más fácil engañar a un adulto que a un niño (como si la magia tratara de engañar al espectador) cuando realmente no es nada fácil, es mucho mas dificil, ya que no tienen ni idea de las leyes de la naturaleza “… los niños aun no conocen esas leyes. Para ellos el mundo es un vasto territorio inexplorado, y no hay ninguna razón para que no exista la magia.”, de hecho, en la mente infantil no hay ninguna razón para que alguien no vuele o para que los objetos cambien de sitio y de color. Sencillamente no les sorprende, como mucho le llama la atención, pero no les parece gran cosa.

A mi sin embargo hasta esta frase “Loke, su asistente, se encargaría de suturar la incisión en forma de I que ella había abierto en el cadáver” me llama la atención ya que no me queda claro si existen dos técnicas de autopsia o si es un problema de traducción o del auto corrector (yo solo conocía la incisión en forma de Y)

Como en muchas novelas más o menos modernas hay personajes con graves problemas mentales, en esta, entre otros, una inspectora obsesionada con la limpieza, aprensiva a cualquier tipo de suciedad o contaminación (como si se tratara de un cirujano con alergia a la sangre) pero con la que en un momento dado coincido plenamente: “¡Y pensar que había empresas que presumían de vender yogur con bacterias vivas! ¡Qué asco! Mina esperaba que todo lo que hubiera en su comida estuviera convenientemente muerto.” Ya te digo, mi comida también la quiero completamente muerta y por poco moderno que sea cocinada a ser posible.

En la contraportada de El operador de radio se puede leer “… una red de espías nazi activa en Nueva York durante los primeros compases de la Segunda Guerra Mundial”. No se vosotros, pero yo, al leer esto (espías nazis, nueva york) pues ya tenía ganador para mis compras. Pues si sois como yo solo puedo daros un consejo: leer las frases enteras antes de comprar ya que realmente es la historia de un inmigrante alemán que realmente no tiene nada (salvo tangencialmente y sin ningún interés) con una trama de espías nazis y solo parte de ella pasa en nueva york.

Aunque no me ha gustado como novela (ha decepcionado mis expectativas) es verdad que me ha producido una sensación extraña saber que en el mismo año en Nueva York podían coexistir en el escaparate de una librería Mi Lucha y Las uvas de la ira (aunque una es anterior, pero no os diré cual ni tampoco cual vendió más copias en américa en 1939)

Igualmente, curioso, y un poco inquietante, es enterarse de que “Lindbergh pertenecía a un comité que se autodenominaba Estados Unidos Primero” y que no quería que estados unidos entrara en la guerra (en 1940). Curioso, ¿casual en nombre? Vete a saber.

En un momento dado se describe la sensación que el protagonista tuvo al llegar a la ciudad en términos que todos hemos sentido (o por lo menos las personas sensibles, que hay cada animalillo campestre que cree que NYC es feo) “Las fotos no le habían preparado para aquella visión, para la grandeza y majestuosidad de aquel lugar. Por fin comprendió para que servían los ojos.” Desde luego yo sentí algo parecido la primera vez, todavía siento algo muy parecido, y es algo sobre equiparable al día en que sales a la calle con tus primeras gafas graduadas que casi se me escapo un “hostias, que bonito es todo”; casi equivalente a ese así que para esto servían los ojos.

Todavía es pronto para saberlo, pero El movimiento del cuerpo a través del espacio puede que se haga, pese a su título, con el premio a la novela más divertida de este año, o al premio protagonista con el que más me identifico (algo que sería sorprendente teniendo en cuenta que con el personaje con el que digo identificarme es una ex deportista casada de más de sesenta años) o con el de autora favorita sobre temas de nutrición o de adicciones (yo no lo recordaba pero en 2014 ya me había leído otra novela de esta autora en la que tocaba temas parecidos), todo dependerá de las categorías finales, si es que las hay pero igual no son esas

En cualquier caso creo que ya queda claro que me ha parecido una gran novela pero añadiré que refrendo muchas de las opiniones que la autora (a través de sus personajes) pone en el libro, entre otras: “que mujer se moriría por follar con un hombre que se deseaba a si mismo”; “Nancee era víctima de una moda que, a la hora de ponerles nombres a los hijos, celebraba como signo de originalidad la incapacidad de escribir sin faltas de ortografía.”; “La gente va soltando jerga de moda y se cree moderna, pero no se puede ser moderno e imaginativo. Se puede estar fuera de onda y ser imaginativo, o bien ser moderno y conformista.”

He de reconocer que incluso – antes de que le diera el ataque de locura deportiva que sufre el marido de la protagonista – me siento identificado con este marido y su incredulidad cuando en un delirante juicio laboral por acoso lo acusan de violento y tras citar en su defensa la definición de violencia del diccionario le dicen “Bueno, esa es la definición del diccionario” con el fin de quitarle la razón dando a entender que esa es tan solo una opinión y el ya estalla respondiendo incrédulo a la vez que indefenso antes semejante respuesta “…pero la palabras tienen que significar algo en concreto, de lo contrario, es inútil emplear al lenguaje para comunicarse.” Increíble si no fuera porque yo también he oído como defensa ese equivalente de “eso es una cuestión semántica”. Menudo mundo, pues claro que es semántico, si es el significado, ¿Qué iba a ser?

El caso es que al fin en la novela pues hay casi dos sociedades (como ya sabéis yo prefiero decir que “hay 10 tipos, los que entienden el binario y los que no”, y lo seguiré repitiendo aunque solo me haga gracia a mi) o en palabras de la autora: “la humanidad quedaba dividida en campos mutuamente hostiles: los que saltaban de la cama y los que se iban a dormir a las tantas. La distinción no era solo cuestión de horario. Noctambulo era sinónimo de maldades, imaginación, rebelión, transgresión, anarquía y excesos, por no decir drogas, alcohol y sexo. El madrugador evocaba valores protestantes tradicionales como la obediencia, la laboriosidad, la disciplina y la frugalidad, pero también, a la visa de la alegría que les provocaba levantarse a saludar al nuevo día, la determinación militar e incluso fascista de mirar el lado bueno de las cosas.” Yo no tengo ninguna duda sobre en cual de esas mitades me clasifico, incluso cunado me levanto antes de que salga el sol o me acuesto temprano, que eso al fin y al cabo son detalles y como decía un nacido en Soria: “yo soy vasco, que los de Bilbao nacemos donde queremos”. ¿vosotros?

También, por la parte que me toca al ser clasificado, en ocasiones, de ermitaño receloso he de señalar que estoy de acuerdo con que estamos (obviamente quiero decir están) completamente incomprendidos, caracterizados con mezquinos sociales faltos de generosidad sentimental, cuando “… lo propio de los ermitaños recelosos era entregarse generosamente y por completo una vez caídas las imponentes barreras que tenían por costumbre levantar ante todos los demás.”

Por ultimo señalare que me encanta esa estadística (posiblemente falsa pero plausible y puede que tal vez escasa) de que “… la superficie de piel norteamericana estampada con hobbits, alambre de espino, códigos de barras, ojos, tigres, motivos tribales, escorpiones, calaveras o superhéroes equivale a la del estado de Pensilvania.”

En mi top ten desde primeros de año, y muy bien se tiene que dar para que no aguante en el mismo.

La niña de oro es una novela que se supone policiaca en la que se cometen unos crímenes contra albinos, que según el autor encima se dan en más (los albinos, no los crímenes) en ciertas zonas desfavorecidas lo que se supone sirve para añadir cierta carga social a la novela. Además, de repente aparecen referencias a una religión africana por supuesto excluida del entorno social (supongo que también para criticar algo cultura, probablemente el colonialismo) pero nada de todo esto cuaja y es uno de esos casos en los que si uno intenta hacer un spoiler pues no sabe que poner ya que toda la historia se resuelve, o no, no estoy seguro, sin dejar ninguna huella. Lo mejor, puede que incluso lo único bueno es una cita ajena, que si tiene su gracia: “En la facultad leyó a Bertrand Russell, eso de que el ateo simplemente cree en un dios menos que el cristiano. La diferencia entre ambos es cuantitativa, no cualitativa.”



Me he olvidado de mencionar que la novela anterior era argentinísima (con modismos casi ilegibles a ratos) y mi siguiente lectura (la única que me quedaba en Piles, donde estaba) pues también era Argentina: La llamada. Un retrato. SI la anterior era un desvarío disfrazado de novela policiaca sin mayor interés, esta era una historia de una presa de la dictadura (y de su entorno) que acaba exiliada en Madrid. Se cuentan torturas y cosas chungas como violaciones y sin embargo yo no consigo empatizar en ningún momento con la protagonista que desde el principio me acaba pareciendo la típica argentina pedorra, rica y que se cree lo siguiente a hermosa y que eso le permite cierta promiscuidad. A medida que avanzó en el libro cada vez me parece más odiosa la protagonista y casi entiendo a todos los argentinos exiliados que le hacen el vacío en Madrid. Es verdad que la tesis de “si sobreviviste es que colaboraste” por la que le hacen el vacío, a ella y a otros represaliados no es justa, ni veraz ya que como explica en Ronin (una película con excelentes persecuciones de coches y bastante buena) Robert de Niro a un chuleta irlandés que se cree preparado para resistir interrogatorios “nadie resiste indefinidamente” (el personaje de Robert de Niro  confiesa que después de torturarle durante un tiempo el acabo rindiéndose por un grasshooper, el coctel no el pequeño saltamontes). Olvidable (la novela, digo) aunque bueno siempre está bien tener más razones para “odiar” a las argentinas exiliadas o, ya que nos ponemos, a cualquier otro grupo de población.

Para la vuelta de Piles – a finales de mes – ya no me quedaba nada de lectura así que, como siempre voy con tiempo a la estación, pues pude comprarme Tres enigmas para la Organización, una novela de ese Eduardo Mendoza divertido y delirante, estilo casi Jose Luis Cuerda, que a veces aparece. Un divertimento verdaderamente divertido es todo lo que debería decir, pero… el caso es que entre los diálogos delirantes hay varios que suscribo. Como ejemplo ese protagonista al que le preguntan ¿Qué sabe hacer? Y responde “Bien, lo mío. Mal, lo que me manden:” que, en mayor o menor medida todos suscribimos (salvo, tal vez, el histórico, o cinematográfico, Cid del que decían aquello de “que buen vasallo si tuviera buen señor”).

En esa misma línea está la obtención de “… la recompensa del sabio, que consiste en comprobar que todo lo aprendido es inútil, toda experiencia es tardía y toda vida es de una vulgaridad sin paliativos” que a ninguno nos gusta suscribir, pero a la que, en parte, no le faltaría razón si no fuera porque precisamente de eso va la vida, de aprender (como lo de los hippies y el camino, eso de que lo importante no es el destino, sino el viaje)

Pues eso, un mes con altibajos – como casi todos – que no debe quitarnos la idea de ¡Divertíos asaltando el castillo!

 

Lecturas

Le dedico mi silencio - Mario Vargas Llosa

La última colonia - Philippe Sands

Illuminations. Stories - Alan Moore

Holly - Stephen King

La Secta - Camilla Läckberg

El operador de radio - Ulla Lenze

El movimiento del cuerpo a través del espacio - Lionel Shriver

La Niña de Oro - Pablo Maurette

La llamada. Un retrato - Leila Guerreiro

Tres enigmas para la Organización - Eduardo Mendoza

domingo, 14 de enero de 2024

Comentario de textos diciembre 2023

Aunque no soy muy partidario (en este blog) de discutir temas de actualidad la verdad es que no puedo resistirme a comentar “el desastre ecológico de los pellets gallegos”, y no puedo resistirme porque pese a que abra – casi ocupe – todos los programas de noticias la verdad es que no he visto a nadie que lo ponga un poco en perspectiva. Que si, que es una catástrofe (o un accidente lamentable) pero ¿de verdad es tanto? ¿tiene tanta importancia como para pedir que se movilicen helicópteros, barcos, robots submarinos? ¿es comparable al desastre del Prestige?

Pues mira que yo tengo mis dudas, pero claro yo soy un tipo que duda y al que le parece demencial que si en Fukushima, por causa de un tsunami hay cerca de quince mil muertos, y este mismo tsunami provoca un accidente en una central nuclear para el que no hay ninguna muerte confirmada (vale, algunos hablan de poco más de cien como consecuencia indirecta) el incidente globalmente se considere “el accidente de la central de Fukushima”. A mí me parece bastante raro y con todo esto de “la marea blanca” de los pellets pues me quedo casi igual de perplejo.

¿comparar esto con el Prestige? Pues que quieres que te diga: esto ha sido un contenedor de 26 toneladas (o 26,2 creo que es la cifra exacta) del que no se sabe si todo o solo parte se “ha movilizado” (ha salido del contenedor). El vertido del Prestige fue de 63.000 toneladas de fuel, vamos como 2.400 veces este accidente. No sé, igual la comparación parece un poquitín exagerada ¿no? Como comparar lo que ganamos las personas normales con lo que ganan algunos anormales.

¿es tanto, es una cosa excepcional? Pues hombre, teniendo en cuenta que hay un informe del CEDEX (unos expertos en este tipo de temas) que cifra que el vertido de pellets a las costas españolas puede evaluarse en unas 5.710 toneladas anuales (solo de pellets, que incluyendo todo tipo de plásticos es de casi 11 mil toneladas) pues el vertido diario es de casi 15,5 toneladas de pellets a las costas españolas (al conjunto, no solo en Galicia) y este han sido 26 (o 26,2 si se quiere) pues tampoco es para mesarse los cabellos… un día malo en la oficina y poco más.

¿es súper toxico y vamos a morir todos por esto? Pues que quieres que te diga, parecería que por esto no… o ya habríamos muerto todos en una semana normal. De hecho, si imaginamos que todos estos plásticos se “diluyen” completamente en el mar, asumiendo que el 100% de sus compuestos son tóxicos y teniendo en cuenta solo la distancia a la costa a la que se produjo el accidente (unos 60 km) y la distancia a la primera costa gallega (unos 70 km) y pensando que se queda concentrado en este volumen (vamos que las corrientes no se los llevan) pues estamos hablando de que la concentración de tóxicos aumentaría del orden de 0,01 nanogramos por litro. Variación que es posible que se pueda medir pero que a todos los efectos es indetectable, homeopática casi.

Que si, que, como todos los accidentes, es lamentable, pero de ahí a que esta sea la noticia principal durante tanto tiempo y que sea un tema de debate nacional pues… no sé, igual hay un gran salto. Pero, divago, así que pasemos directamente a las lecturas del último mes del año pasado que, como me tome una semana de vacaciones en Piles, pues han sido bastantes.

Mi primera lectura, procedente de mi librería de referencia (ya sabeis, Mendez en la calle mayor que espera vuestras viisitas) tiene como título el nombre de uno de los primeros ordenadores, Maniac, y trata, muy marginalmente pese a lo que diga la contraportada, de ese otro tema tan en boga (si, la inteligencia artificial que ahora poseen desde las lavadoras a las bombillas y en breve tendrán hasta las piedras) y no de un maniaco asesino (o varios), aunque como salen desde Oppenheimer a Von Neumann, entre muchos otros implicados en la creación de la bomba atómica (el famoso proyecto Manhattan) pues igual el título tiene un doble sentido (incluso hace una breve aparición Oskar Morgenstern, famoso por ser uno de los creadores de la teoría de juegos – pese a ser, al parecer, el un tipo bastante aburrido – y no por dar nombre a un bar que todos conocemos; que no le homenajeaba a él, sino a él grande de William Goldman)

Por supuesto – en que libro sobre computación puede no hacer una aparición – también se cita a Turing: “para que las maquinas llegasen algún día a avanzar hacia la verdadera inteligencia, tendrían que ser falibles; capaces no solo de cometer errores y salirse de su programación original, sino también de tener comportamientos ilógicos y absurdos” que, en principio hace inviable la inteligencia artificial ya que difícil que un programa se salga de su programación (por muy avanzada e incomprensible que sea esta, siempre está sometida a las reglas de la lógica con la que se ha diseñado).

En este sentido el libro vuelve a citar a Turing afirmando que “probo matemáticamente: no hay manera de saber de antemano lo que hará un código a menos que lo ejecutes. Aunque lo mires y creas entenderlo a fondo porque tú mismo lo has escrito, es imposible.” Algo de lo que yo tengo mis dudas, aunque como todo el que ha realizado un programa alguna vez sospecha que a veces la maquina hace lo que le da la gana. Pero, dudo mucho de esta afirmación y de su prueba por parte de Turing.

Una última parte del libro está dedicada al juego del Go, comentando varias partidas entre un ordenador (Con el programa AlphaGo) y el campeón de Go que acabo ganando la maquina con, creo yo, la idea de demostrar la inteligencia de la máquina. La verdad es que lo único que acaba probando es que al tener menos prejuicios – en el sentido de ideas preconcebidas de lo que debe o no hacerse en cuanto a juego posicional – no tiene limitadas las jugadas y gana porque en un momento dado juega una jugada que va contra las reglas tradicionales pero que es una jugada completamente indiferente entre varias que tenían la misma valoración sorprendiendo al campeón y a todo el mundo. Simplemente, en un momento dado prueba una jugada “prohibida” por los prejuicios del juego.

También, porque se lo puede permitir, en algún momento hacia jugadas en las que parecía perder la ventaja posicional temporalmente, pero eso era tan solo porque “AlphaGo podía realizar algo de lo que ningún ser humano era capaz: calcular, con una precisión absoluta e infalible, exactamente cuánto territorio necesitaba para vencer, y conformarse con ello. ¿Para qué gobernar entonces enormes extensiones de territorio cuando no las necesitaba?” Esta es una gran pregunta y llamadme cínico, pero, para mí, precisamente prueba que en caso de ser algo es una inteligencia muy diferente de la humana ya que cualquier humano elegiría la vía en la que más humillado quede su contrincante, no valiéndole solo con ganar. Pero, esto también es programable.

Otra gran curiosidad, que tenía desde hace varios años por observarlo en varios viajes a NYC incluso en el avión, que ha satisfecho este libro es ¿Qué demonios es son ese cubo y esas correas que algunos judíos ultra ortodoxos se atan a los brazos? Pues ahora sé que es el cubo Tefilin “yo había visto utilizar a mi padre esas pequeñas cajitas, que contienen versículos de la Tora escritos en trozos de pergamino, todas las mañanas durante sus oraciones; él nos había enseñado la forma correcta de rodear el brazo con las tiras de cuero para formar las letras hebreas dalet y yud, deletreando Shaddai, uno de los muchos nombres de Dios.” Toma ya, lo que se aprende.

Obviamente todavía tenía algunas compras de mi vista a NYC por lo que mi siguiente lectura fue You Can’t win en la que me sorprendió (no me parece un apellido normal) que también hubiera un Oppenheimer, este de nombre Jakey y que nada tiene que ver (creo, aunque el libro no lo aclara) con el famoso Robert, ya que es un tipo que según el autor se vuelve loco cuando le ponen en la penitenciaria le pone una camisa de fuerza. Puede que Jakey ya tuviera cierta predisposición a la locura, pero como se trata de la autobiografía de un vagabundo reformado pues es un poco parcial en la visión de los métodos aplicados en las penitenciarías americanas (que no dudo de que fueran realmente inhumanos y que volvieran loco al más cuerdo, incluso aunque no tuviera un apellido propenso a la locura). Se trata de un libro interesante ya que describe un mundo especialmente marginal que posiblemente sigue existiendo, aunque no es una gran autobiografía.

Es verdad que si me ha gustado su referencia al uso excesivo del “por favor” por parte de algunas personas: “’please’ is a good word in its place; but it does not get one appointed to anything. It has a proper place in a small boy’s vocabulary. And it is also much used by a certain class of prisoners and supplicants who are always ‘pleasing’ somebody and are never pleasant to anybody.” ya que todos hemos visto un abuso de estos “por favor” que no se sienten realmente.

Estoy bastante seguro de que para el autor de Poeta Chileno (el último libro que he intercambiado, a mi favor, con mi amiga Maria de la O y que posiblemente marca otro intercambio a mi favor porque es bueno), esas dos palabras juntas no representan un insulto ya que en sus propias palabras “ser un poeta chileno es como ser un chef peruano, un futbolista brasileño o una modelo venezolana.”, vamos, algo intrínseco a la propia nacionalidad (ya, ya, a mí también me ha sorprendido mucho que lo de chef y peruano este tan unido; cosas de chilenos, supongo) pero para los demás (pese a tener mucho respeto por algunos poetas chilenos) esa conjunción es claramente o un insulto o una burla como “psicólogo argentino”.

Es verdad que resulta muy curiosa la diferencia entre profesiones que el autor pone de manifiesto al afirmar: “… poetas que tienen quince o veinte años más que él, y que si fueran futbolistas en lugar de poetas serían considerados futbolistas acabados, ya al borde del retiro, pero como son poetas todo el mundo los sigue llamando poetas jóvenes, porque el ejercicio de la poesía no da dinero, pero prolonga notablemente la juventud.” Algo dudoso eso de considerar que la poesía prolongue la juventud de los poetas, que en general ya parecen viejos cuando son jóvenes, frente a personas que lo único que hacen de mayores es seguir jugando con una pelotita como si siguieran en el patio del colegio.

Si en eso le falta razón, le sobra cuando refleja las dificultades de “fumar rabiosamente y aguantar las lágrimas, lo que no es fácil, porque fumar y llorar son actividades complementarias”, especialmente fumar rabiosamente. Que lo bueno de fumar es que se puede hacer de muchas y muy variadas maneras.

Mi siguiente lectura me mantiene en el cono sur y me lleva de los poetas a la reunión de los componentes de una banda de heavy metal argentina que, en cierta medida quieren vivir una segunda juventud y los que el dinero conseguido por uno de ellos – que se compra un club con este fin – les dará la oportunidad de intentarlo volviendo a reflota la banda: La Armada Invencible. Si bien es una novela entretenida la verdad es que, en cierta medida, es algo decepcionante si la comparamos con otras parecidas (como las de Hornsby, Nick) que reflejan está perdida de la juventud y ese intento de retorno en clave musical de una forma mucho mas acertada.

Tiene alguna frase buena como “El diablo ofrece esa ventaja sobre el Creador: no posee Iglesia o sacerdotes ni unos mandamientos que te impongan a gritos, y lo adoras sin saberlo, con acciones sencillas que realizarías de cualquier forma: emborracharte, fornicar, anhelar desgracias para los otros.”

Con todo, mi reflexión favorita toda la novela es la descripción – despreciativa – del trabajo que yo hago a veces: “lo único que hacía falta para ser un «experto internacional» era una conexión a red que te permitiera decir lo poco que sabias ante una audiencia equivocada. Si eras filipino, hablarías ante alemanes. Si eras alemán, ante ruandeses. Si eras ruandés, ante unos putos gringos. Nadie le creía una palabra al vecino que llevaba veinte años dedicado a aprender un arte, ciencia u oficio. No: necesitaban que un desconocido de las antípodas fuera y se lo contara todo.” Que por muy certera que sea he de decir que, obviamente, no es aplicable a mi caso; faltaría más, hombre.

De mis compras neoyorkinas ya solo me quedaban tres por leer, y entre ellas me decidí por Oh Go, The sun goes que tenía una premisa de ciencia ficción prometedora: un día, sin más, el sol desaparece, y como si fuera una canción infantil, “… nadie sabe dónde está o cuando volverá…” Pese a esta promesa la verdad es que se trata de un libro completamente desquiciado, en el que el mapa de una ciudad se convierte en una representación del cerebro por la que vaga un investigador que quiere saber lo que ha pasado con el sol. Dios Santo, tiene tanta pedantería que ni siquiera yo – pedante como soy – he podido terminar. Sencillamente me ha parecido infumable y a menos de la mitad me he rendido y he abandonado su lectura.

Después de esta brutal decepción pues quería leer algo “ligero” y cogí El castillo de Arena que es una novela policiaca japonesa que parecía entretenida, sin más pretensiones, pero que resultó ser una historia excesivamente rocambolesca e incluso, a ratos, un poco confusa pero entretenida.

Lo que más me ha impresionado de la novela ha sido, no voy a decir descubrir, pero si volver a constatar, el machismo intrínseco de la sociedad japonesa que, entre muchos otros momentos, lleva a una de las protagonistas a afirmar: “sintió lastima de si misma por obedecerlo siempre sin rechistar”.

Esta misma protagonista acaba suicidándose y cuando la encuentran muerta “Llevaba el pelo bien peinado y se había maquillado. Sabía que la vería mucha gente una vez muerta y se había vestido y arreglado para la ocasión. La habitación estaba limpia y ordenada.” Algo que inevitablemente me ha recordado a las conversaciones de mi madre y mi abuela sobre vestirse para ir al médico, incluso si había que ir de urgencias había que ir bien vestido.

Como curiosidad cultural japonesa he aprendido (bueno, aprendido no porque ese verbo conlleva el retener la información para un uso posterior) que existe una unidad de volumen “El hoku fue definido como la cantidad de arroz teóricamente necesaria para alimentar a una persona durante un año. Un hoku de arroz pesa cerca de 150 kg.” ¿150 kilos de arroz por persona al año? ¿casi tres kilos de arroz por semana? Desde Madrid, esta cantidad parece inviable pero mi experiencia de cincuenta días en Vietnam me dice que sim que es posible que sea una cantidad razonable y por supuesto igual es escasa en Valencia donde lo habitual no es que se elija la comida sino con que se va a tomar el arroz para comer. Pero ya digo ¿tres kilos de arroz a la semana por persona? Una barbaridad.

Este mes cogí La casa de caramelo ya que creía recordar que me había leído otra novela de esta autora (si, en septiembre) y que me había gustado (no, no especialmente) y si seguía entre los libros interesantes pues bien merecía una oportunidad. Pues lo mismo con la primera que leí, está bien pero no excesivamente, de hecho, diría que algo más floja ya que no se entiende bien y bueno, como ya comente, pues vuelve a salir ese garito de punk de San francisco que yo desconocía (Mabuhay Gardens) y el grupo de punk de excelente nombre (The Flying Dildos) aunque ninguna de las dos cosas aporta nada a la historia.

Es verdad que me gusta – porque la suscribo – la diferencia entre información y conocimiento que hace la autora en dos momentos de la novela, con un primer genérico “Según dicen, el conocimiento es poder… la mera posesión de datos, en si misma, no es útil ni predictiva” (es decir que no es conocimiento y es inútil) y con su segundo especifico de “Si bien el camino azaroso de un borracho posee interés geométrico, no puede predecirse donde dará el próximo tumbo” que en cierta medida supongo es lo que le pasa a los modelos predictivos de mi cuenta de Amazon que utilizo para cosas propias, para cosas de empresa, para cosas de mi sobrina y donde siempre pienso en hacer compras erráticas para confundir al algoritmo (igual que con las búsquedas de Google que de vez en cuando hago casi aleatoriamente solo por confundir al algoritmo ese).

También me ha gustado mucho el alegato a favor de la lectura cuando la protagonista, una adolescente con problemas, lee un libro (de adolescentes con problemas) y “… había descubierto que las mismas emociones que experimento después de un viaje a Londres con su padre, a los dieciséis, un viaje que la destrozo, las habían sentido también otras personas. No era única, pero tampoco estaba sola. Leer habría podido salvarla.” Al fin y al cabo, leer no es nada más que otra forma de entender – a través de los problemas de otros – tus propios problemas o tu forma de relacionarte con el mundo o en que forma el mundo se relaciona contigo.

De la lectura de este libro y dado como están ahora los tiempos me surge la pregunta ¿hablar de género no binario, o de personas no binarias, es machista? ¿deberíamos hablar, como hace el libro, en un momento dado, de “no binaries”? Yo no me lo pregunto en serio, pero no me extrañaría que ahora hubiera que usarlo así, en neutro.

Había dejado como última lectura en mi viaje a Piles At Swim-Two-Birds, básicamente porque pese a ser un clásico irlandés que uno tiene que leer (junto con Joyce y su ilegible, por mi Ulises; y Sterne, con su fascinante Tristram Shandy) no estaba seguro de que fuera capaz de leérmelo en ingles ya que es uno de esos libros que tienen fama de súper extravagantes, de ser de meta literatura y esas cosas ininteligibles.

Pues nada, ya me lo he leído y he de decir que si bien hay partes verdaderamente confusas en las que los personajes de un libro hablan de los personajes de otro libro que están escribiendo otro libro (y puede que incluso algún bucle adicional) pues tiene bastante gracia y salvo algún trozo – que no se entiende – la verdad es que se lee bastante bien y uno se divierte.

Es bastante divertida esa teoría de que la novela “… in the hands of an unscrupulous write, could be despotic” y que “It was undemocratic to compel characters to be uniformly good or bad or or rich. Each should be allowed a private life,self- determination and a decent standard of living. This would make for self-respect, contentment and better service. It would be incorrect to say that it would lead to chaos. Characters should be interchangeable as between one book and another…” y mucho mas en esta linea.

Pero es que hay otras partes sensacionales como ese personaje que no se solo lee libros encuadernados en verde – algo que, obviamente, le aleja de ser un erudito y ni siquiera le permite leer la biblia –  porque según el “All colours except green he regarded as evil…”

Extravagante es su distinción entre cuerpo y alma y su comparación con formas verbales cuando están pensado en hacer daño a Mr. Trellis física o espiritualmente:“Labyrinthine are the injuries inflictable on the sol. The tense of the body is the present indicative; but he soul has a memory and a present and future. I have conceived some extremely recondite pains for Mr. trellis. I will pierce with a pluperfect.”

Con todo, mi parte favorita es: “God is the root of minus one. He is to great a profundity to be compassed by human celebration.” Impecable, aunque hay gente que entiende muy bien los numeros complejos.

Ya de vuelta en Madrid me puse a leer otro de los regalos de mi cumpleaños, The second murderer que como era esperable por la existencia de ese subtítulo de A Phlilip Marlowe Mystery en un libro escrito por una tal Denise Mina y no por Chandler no estaría a la altura. Dicho y hecho, siendo una novela que podríamos clasificar de entretenida pues no llega a la altura de lo que el subtítulo reclama, ni en trama ni en ritmo, diálogos o frases para el recuerdo.

De mis compras en NYC ya solo me quedaba The Moviegoer, libro que había cogido como homenaje a mi tío (primo según él) Ricardo ya que si existiera equivalente en español pues sería de los primeros que me vendría a la cabeza para describirlo (por supuesto después de Cabut) pero cuyo protagonista no es especialmente aficionado a ir al cine (o si lo es, no se refleje en el libro).

Personalmente me ha encantado ver escrita, mucho mejor de lo que yo la expresaría, mi opinión sobre dios o la creencia en dios (en uno o en varios que para mí es lo mismo): “My unbelief was invincible from the beginning. I could never make head or tail of God. The proofs of God’s existence may have been true for all I know, but it didn’t make the slightest difference. If God himself has appeared to me, it would have changed nothing. In fact, I have only to hear the word God and a curtain comes down in my head.” (Vale, obviamente la parte final no es cierta ya que no desconecto al oir la palabra dios, pero lo demás impecable.)

En una línea parecida me encanta la visión cristiana, del pecado, en general: “Christians talk about the horrors of sin, but hey have overlooked something. They keep talking as if everyone were a great sinner, when the truth is that nowadays one is hardly up to it, y más en particular del de la envidia que, para mí, también tiene una vertiente hoy olvidada por los que creen que no comenten este pecado: “But envy is not merely sorrow at another’s good fortune: it is also joy at another’s misfortune.”

Hay pocas novelas buenas en español sobre timadores por lo que El Holandes, una novela sobre un timo de ventas inmobiliarias en Benidorm parecía sumamente prometedora e interesante. A ver, no está mal, pero tampoco está bien. Me ha resultado una lectura plenamente indiferente y prescindible. No consigue mantener el interés, aunque tampoco lo pierde totalmente. Nada que reseñar.

Libre. El Desafio de crecer en el fin de la historia (pongo el subtítulo para que nadie la confunda con otra novela del mismo título, algo que a mi hermano le parece fatal; no lo de confundirlas sino lo de que dos tengan el mismo título) es una novela que me ha sorprendido muy favorablemente habiéndome sorprendido como una biografía sobre una época y un país del que no conocía nada (excepto alguna frase chorra de mi sobrino rafa sobre que él era Hoxista, a la que nunca sabía que responder) como el comunismo y el fin del mismo en Albania ha mantenido mi interés y me ha gustado mucho.

La primera parte de la novela – centrada en las vivencias bajo el régimen comunista en la infancia de la autora – son reinterpretadas en la segunda parte por la propia autora una vez que el comunismo desaparece de Albania. Pero tanto la descripción de la primera parte como la revisión posterior del pasado se hace sin acritud ni traumas. Resulta fascinante, o a mí me lo ha resultado, y humorística en su mayoría recordándome a aquello que sobre los años de la guerra civil española decía un autor que había sido solo un niño en aquella época y que era algo como que “era el mejor momento de la historia para ser un niño.”

El tono general de la novela me ha encantado y aunque no creo que sea de las mejores cosas del libro (creo que el tono general es lo mejor) he marcado este pasaje que me hace gracia (obviando su machismo que la autora ya aclara antes de esta frase): “La relación de mi padre con las tareas domésticas era la misma que podía tener un niño con las coles. Sabía que eran buena para él, pero en el fondo le daban asco. Diré a su favor que lo único que usaba como excusa era su asma, nunca sus cromosomas.”

La gran sorpresa de este mes – posiblemente de todo el año – ha sido La Taberna de Silos que en principio podría parecer que iba a ser una versión hispánica de El nombre de la Rosa, con unos asesinatos vinculados a un manuscrito que está en un monasterio (Silos) enfrentado con otro (San Millán) entre otras muchas cosas por las regiones vitivinícolas a las que representan (Duero contra Rioja) y que como todas las versiones pues como mucho seria entretenida pero sin llegar a ser como el original (es verdad que de la original la mitad, por aquello de estar en latín, es ilegible para casi todos incluyéndome a mí, que solo he leído la mitad traducida) pero para nada. Se trata de una novela sumamente entretenida con mucho humor y ahora que miro el lomo y veo las marcas que he puesto durante su lectura dudo si a) copiarlas todas (aunque incluso asi faltarían) b) hacer una selección de mi selección o c) no copiar ninguna y dejaros con las ganas de leer este libro que a mí me ha divertido mucho.

Releo mis marcas y elijo tal vez

la más seria con la que me identifico más a medida que me hago mayor: “Nunca entenderé como hacen para caber estos días cada día más largos en estos años cada vez más cortos.” Seguida de cerca por esa otra de “uno que fabrica una mentira siempre es más fiel a ella que otros a la verdad a la tuvieron que resignarse.”

La más dura respecto al carácter de los castellanos que desgraciadamente no es exclusiva de esta comunidad: “un buen castellano se encarga siempre, y con extremo cuidado, de someter a las mujeres de su familia, pues sabe que son ellas, como esclavas principales entres sus posesiones, las enemigas naturales y más poderosas de su voluntad.”

La más relacionada con la fe (por aquello de que todo pasa en un monasterio): “Bienaventurados los pobres de espíritu que, sin ver nada, son capaces de creer. En cambio, que dignos de compasión quienes reclaman a un dios invisible la fe que no consiguen tener. O los peores de todos, dignos solo de menosprecio, quienes ni la buscamos ni la deseamos, y acaso ni siquiera la aceptaríamos sinos fuera dada.”

Sin olvidar, por supuesto, la mención a la regla de San Benito (Por motivos obvios, aunque la desconozca) que “obliga a beber vino antes de leer, para no andar sediento de voz ni pensando en la comida”; ni las referencias a Vespasiano y el impuesto sobre la orina y su “el dinero no huele”; ni la distancia segura para beber de un rio en el que descargan las letrinas (ocho millas, según los monjes en el caso de Silos)

 Pero me dejo varias, muchas, muy buenas. Un libro excelente, al parecer, de un monje que abandono el monasterio por una mujer pero que podría haberlo hecho por cualquier otro placer como el vino.

Pues eso, que para este año he leído un libro menos que el año pasado (o igual alguno menos ya que este año tengo la sensación de que he dejado más sin acabar que el año pasado) pero no hare un resumen de lo mejor (o no de momento) porque quiero ponerme con otros temas, pero vosotros ¡Divertíos asaltando el castillo!

 

Lecturas

Maniac - Benjamin Labatut

You Can't win - Jack Black

Poeta chileno - Alejandro Zambra

La Armada Invencible - Antonio Ortuño

Oh God, the sun goes - David Connor

El castillo de arena - Seicho Matsumoto

La casa de caramelo - Jennifer Egan

At Swim-Two Birds - Flann O'Brien

The second murderer - Denise Mina

The moviegoer - Walker Percy

El holandes - Elisa Ferrer

Libre - Lea Ypi

La taberna de Silos - Lorenzo G. Acebedo